Cycle: Psicología 2, Mas allá del soñar
Este eje temático tuvo su apertura definiendo la piscología, hablando sobre la mente, describiendo las grandes oportunidades que trae el entrenamiento psicológico, y a la vez, delimitando sus alcances frente a la fisiología de cada atleta. En esta columna complementaré la publicación de la semana pasada donde fue descrito el primer paso para iniciar a entrenar. Veremos qué se necesita desde el eje temático de Psicología para lograr también dar ese primer paso hacia el entrenamiento y la formación deportivo de la manera ideal.
CYCLE: PSICOLOGIA
Por: Diego Becerra
MÁS ALLÁ DEL SOÑAR
Siempre que se inicia un proceso deportivo, los objetivos florecen de los labios de quien sueña y el compromiso pareciera que acompaña cada uno de estos hasta su consecución. Sin embargo, a medida que inicia el engranaje diario de tareas a desarrollar, los objetivos darán a entender que soñar es sinónimo de trabajo y que no se reducirá a la asistencia a las competencias, sino que necesitará de un compromiso real, que supone 365 días al año y 24 horas al día de hacer todo lo necesario para ser más fuerte, más rápido y más resistente.
Los procesos deportivos más exitosos tienen algo en común, en la vida de un atleta, el papel del deporte es relevante y tiene gran importancia. Entre más productivo es el proceso deportivo en el atleta, la vida girará más alrededor del deporte, pero puede ser que también sea a la inversa, que la consecuencia, en este caso, el protagonismo del deporte en la vida del atleta sea la clave para que el proceso deportivo sea exitoso. Por eso, una primera conclusión a la que se puede llegar al observar procesos deportivos, es que las tareas diarias y los hábitos personales se organizan entorno al entrenamiento, y el azar, es algo que no tiene cabida en el día a día. Mejorar es entonces producto de un esfuerzo diario, de un compromiso constante, de una pasión, en donde la excelencia requiere respirar, comer y dormir, pedaleando 24x7.
Cuanto más fuerte es el compromiso, factores como la nutrición, el entrenamiento y la recuperación tienden a fluir de una manera más eficiente, dándole al atleta una oportunidad de crecimiento sólido y constante a través del tiempo. Sin embargo, este “compromiso” del que iniciamos a hablar, en muchos casos debe confrontar el querer con el poder. Trabajo, familia, y responsabilidades diarias no pueden relegarse por el deporte, ya que ser un gran ciclista no debe llegar a repercutir de manera negativa en otras áreas que hace al atleta un ser factible socialmente. El proceso deportivo debe entonces tener unos límites reales, donde la pasión no sea la evaluadora de los mismos, para que el plan de entrenamiento sea equilibrado y consecuente con estas consideraciones.
Comprometerse con un proceso deportivo, implica un cambio y ajuste de hábitos en torno al objetivo u objetivos propuestos, y esto, puede llegar a ser difícil y tortuoso en algunos casos. La clave consiste en introducir pequeños cambios que modifiquen acciones puntuales diarias y conduzcan a una mejora sustancial; cambios como: dormir media hora más cada noche, eliminar el consumo de comidas rápidas en la semana y remplazarlas por alimentos más saludables, hidratar un poco más cada tarde, disminuir el uso del celular y dedicar más tiempo al estiramiento, ayudarán sin lugar a duda a que el proceso mejore y los resultados puedan darse de una manera más rápida.
No obstante, ¿Cuáles son los cambios más importantes que convierten a una intención deportiva en una oportunidad competitiva real?, de esto es de lo que hablaré a continuación.
Los campeones se diferencian de los buenos deportistas en el hecho de que su energía está concentrada en lograr mejoras constantemente. Atletas como Usain Bolt, Michael Phelps, Michael Jordan, para no referenciar necesariamente ciclistas, tienen en común la obsesión con la idea de ser perfectibles, de hacer de los puntos débiles siempre una oportunidad de mejora, de pasar por encima de la tarea para descubrir la esencia de la misma y construir desde allí un camino hacia los limites autoimpuestos. Sabemos que la dedicación constante a fin de mejorar fue decisiva en el éxito de cada uno de ellos, y es por este motivo que algunos entrenadores atañen lo hecho por estos atletas al poder haber logrado mantener un trabajo constante por una década o más, algo que demuestra un nivel de compromiso altísimo y que se materializó justamente en ese umbral de grandeza conseguido.
La verdad, es que esta hipótesis acerca de su éxito tiene mucha lógica, tanto a nivel personal como deportista y entrenador, he evidenciado que los deportistas maduran mentalmente al pasar los años, comprendiendo las dinámicas entre el entrenamiento y la competencia, y la necesidad de ajustar su estilo de vida para poder tener posibilidades reales de mejora a través de las temporadas. Cuando esto es interiorizado, el rendimiento llega por sí solo, y el proceso deportivo toma una fuerza inercial que permite temporada tras temporada ser más ambiciosos a la hora de plantear objetivos.
Es importante indicar que esta capacidad individual de compromiso, la cual considero es la primera necesidad para poder asumir un proceso de entrenamiento, está condicionada por algunos aspectos puntuales que son importantes poner en contexto para nutrir el concepto de compromiso.
La motivación es el primero de ellos, la cual es un proceso que inicia, guía y mantiene las conductas orientadas a lograr los objetivos deportivos planteados para la temporada. La motivación al ser un principio básico de la conducta humana, en el deporte se convierte en esa fuerza que permite seguir adelante incluso en los momentos críticos como: lesiones, malos resultados, problemas personales, entre otros. Pero no solo eso, la motivación tiene relación con otras variables psicológicas, como la ansiedad, la autoestima y la concentración, haciéndola por este motivo uno de los aspectos más importantes a la hora de asumir un compromiso con un proceso deportivo.
El segundo aspecto que condiciona la capacidad de compromiso es lo que denominaré “coincidencia profesional”. Existe una gran posibilidad que una persona genéticamente dotada para ser el mejor ciclista de la historia y con una estructura mental óptima para lograrlo, actualmente tenga una edad madura y hasta ese momento conozca el ciclismo, o, por lo contrario, que teniendo una edad adecuada para iniciar un proceso, responsabilidades laborales y familiares no le permitan descubrir su potencial deportivo. La capacidad de compromiso, por lo tanto, estará también condicionada por factores geográficos, culturales, socioeconómicos, entre otros, los cuales disminuirán o aumentarán la oportunidad global de encaminarse para alcanzar objetivos deportivos.
Un tercer aspecto muy ligado al párrafo anterior pero que merece ser resaltado, es el recurso humano que rodea al atleta, refiriéndome a recurso humano, como todas aquellas personas que de forma directa o indirecta afectan de manera positiva o negativa el proceso deportivo, por nombrar algunos: la familia, amigos, compañeros de equipo o entrenamiento, profesionales de ciencias aplicadas al deporte, entrenadores, administradores deportivos, etc. Este aspecto también podría
definirse como apoyo al proceso, los atletas por si solos no pueden desarrollar un compromiso total si en diferentes áreas personales y deportivas no reciben la ayuda mínima para poder mantener un equilibrio entre su profesión como deportista y su impajaritable necesidad de seguirse desarrollando como seres humanos.
Como cuarto aspecto está la metodología deportiva, desde la perspectiva de la psicología deportiva. El nivel de compromiso deportivo está determinado en parte por la confianza que genere la estructura de cargas a cumplir en la temporada, la forma de desarrollarlas y la manera de afrontar la aproximación a los eventos preparatorios y competitivos más importantes. El desconocimiento entonces de los objetivos de temporada, la falta de planeación de la misma o la ausencia de un profesional que direccione el proceso, determinará el nivel de compromiso del atleta y los alcances de sus esfuerzos en búsqueda de resultados.
El quinto y último aspecto que condiciona la capacidad de compromiso es la fortaleza mental. Este aspecto es producto de la sinergia de muchos factores los cuales en próximas columnas buscaré profundizar. Por ahora, ser mentalmente fuerte es lo que permite a los atletas perseverar temporada tras temporada en la búsqueda de la maestría deportiva, aumentando la confianza gracias a los triunfos y a pesar de las derrotas, construyendo autodisciplina sesión tras sesión y acrecentando la sed de triunfo, así la grandeza competitiva ya haga parte de sus vidas.
La fortaleza mental es tal vez el aspecto más visible de un atleta exitoso en el campo de competencia, y aunque muchas veces se cultiva desde edades tempranas, gracias a cientos de interacciones aparentemente insignificantes desde el nacimiento y durante los años formativos, es posible trabajarla y al igual que las capacidades físicas y coordinativas, es necesario planificar su entrenamiento.
El compromiso con el proceso deportivo, es entonces una suma de aspectos psicológicos y deportivos que se conjugan en el atleta y que determinan la calidad misma del proceso. Trazar objetivos y definir retos competitivos no son el problema, sino dimensionar que ellos necesitan de un estudio introspectivo que permita realmente evaluar aquello que se está dispuesto a sacrificar en pro de aumentar la posibilidad de construir y alcanzar un sueño. Recuerden, el deporte es uno de los pocos baremos justos y honestos en la vida. En ocasiones puede ser cruel, pero también puede ser increíble mente maravilloso.