Travesía Bogotá-Girardot-Nariño 200K
-EN HOMENAJE A JUAN DAVID CARDONA ROZO-
Hoy nos levantamos motivados a pedalear, mirando por la ventana empañada por el clima y la lluvia, pero no importa, las ganas de ver el grupo son más fuertes.
Son las 5:00 a.m., a preparar el desayuno y caminar en puntas para no despertar a todos en la casa, así salimos los bikers, sigilosos, ganándole al alba y encontrando el amanecer en el camino.
Alistamos el equipo por que lo que viene son kilómetros que demoler, miramos nuestras bicis yo creo que más de uno le habla y la toca, es un momento de reflexión. Siempre salgo con mucha fe de que nos vaya bien, además, con la bendición y el beso de mi amada esposa. Fui pedaleando al punto de encuentro, en algunos momentos la lluvia cesaba, pero unas cuadras más adelante volvía a llover con más fuerza. Recibí muchas llamadas al celular preguntado que si la travesía seguía firme, yo contesté “salimos los que estemos”. Así fue llegando poco a poco un gran grupo de 90 bikers dispuestos a llegar a Girardot.
Esta salida tuvo eco en la familia de ciclomotañistas de Girardot, y en Martha Jeannette Rozo Acevedo, la madre de Juan David Cardona Rozo a quien con mucho honor y respeto fue dedicada esta travesía. Este joven murió en un infortunado accidente de ciclomontañismo el año pasado (2012), pero su madre quiere que se le recuerde y por eso está trabajando en una Fundación que lleva el nombre de Juan David, para el bien de los jóvenes y niños de esta ciudad, y por medio del deporte, llevarlos por un camino bueno.
Si señores, por eso pedaleamos con más ganas pese al clima y a la lluvia, cada pedalazo tenía nombre y dedicación. Yo creo que nos escuchaban desde el cielo y veían el esfuerzo de cada uno de los pedalistas. La montaña era de película, niebla y lluvia y como 90 locos descendiendo. Las rocas afiladas brotaban de la tierra, y las curvas comenzaban a cobrar el despiste de algunos bikers. Por falta de precaución o por exceso de confianza, hubo quienes salían volando y terminaban rasguñando su piel contra la piedra. Se veía gotear sangre de codos y rodillas; en el primer punto de encuentro hicimos las primeras asistencias médicas, por fortuna no había nadie grave, sólo un biker que cayó y quedo noqueado por el impacto, se clavó el cacho de la bicicleta en el pecho, y le rompió la camisa como si fuera un golpe de boxeador siguió hasta la boca y el casco. Rápidamente lo asistieron y controlaron, esperamos el carro acompañante y le hicieron los primeros auxilios. El hombre tuvo que regresar para Bogotá.
El camino se volvió feroz y de respeto. La trocha es impredecible y mágica. De nuevo al mando de nuestras naves, el clima fue volviéndose cálido. La gente se calmó un poco y tomó más precauciones, pues llovía con intensidad, la visibilidad era escasa, y teníamos las caras camufladas con lodo y tierra. Sin embargo nuestros rostros expresaban alegría, así es la vida y estas son caricias de la naturaleza. Entre más duro el terreno, mejor, por eso somos ciclomontañistas, por eso somos amantes de la naturaleza, por eso desafiamos los climas con lluvia o sol, la meta es llegar al destino, practicar este deporte es fomentar el turismo ecológico y de aventura, es invitar a recorrer a nuestra hermosa Colombia en bicicleta.
Esta travesía era PEDALEAR Y NADA MÁS, como el nombre de un querido grupo. Sin importar la hora o de si cae la noche, de esto se trataba. Esta no era una carrera, es un evento que repetimos cada año para compartir y disfrutar, para aprender a comportarnos en la trocha y ayudar a los que no tienen tanta experiencia. Muchos se preguntan por qué nos demoramos tanto, y es justamente por eso, porque no vamos preocupados por un reloj ni pedaleamos mirando al piso.
Más que una travesía, esta es una experiencia de vida. Los caminos, senderos… y la gente que nos saluda amorosamente mientras ve pasar a este grupo de guerreros, se sorprenden al ver un lote tan numeroso, ¿dirán van 10?, y sigue y sigue pasando gente, ¡son muchos! los gritos que se escuchan en cada pueblo o casita invitando a que vean la caravana ¡oigan miren estos ciclistas!, ¡ahí van! algunos niños salen corriendo de sus casas detrás de los bikers, solo para chocarles la mano y contar, ¡“huyyy si vio lo alcancé”!
CAE LA NOCHE
Después de un recorrido tan extenuante el cuerpo empieza a pedir almuerzo. La tarde se terminaba, así que hicimos una parada obligada en San Joaquín para recobrar energías. También aprovechamos para ajustar las bicis y lavarlas gracias a que un vecino nos prestó una manguera. De nuevo en nuestras bicis y empezó a caer la noche mientras el descenso se iba acabando. Sin embargo la lluvia seguía cayendo con fuerza. Qué aguacero! Entramos a una planicie hermosa cerca de Anapoima, llegando a Apulo, unas luces rojas apenas adornaban el camino y lo demás era oscuridad total. En algún momento la lluvia cesó y pudimos ver el cielo completamente lleno de estrellas por un momento.
Hacía falta poco, nos quedaba el último tramo en pavimento, 30K de pura explosión en un plano con algunas inclinaciones. Aquí si parecía una carrera! El lote se fue formando y marcando el ritmo, entre 30 a 50K/h . Empezaron algunos ataques y a pocos kilómetros de meta donde hay un CAI de la Policía, el grupo se dispersó.) Se rueda a full corazón, explotando estas máquinas y con el último aliento llegamos al destino.
Pero faltaba lo mejor, el recibimiento con calle de honor que nos hicieron los ciclomontañistas y familiares de Girardot. Con un rico refrigerio, abrazos, pitos y aplausos nos dieron la bienvenida con mucho afecto y cordialidad. Entre ellos también se encontraba Martha Rozo con su hijo Kevin y el resto de su familia, quienes con gran sentimiento le dieron la bienvenida al grupo. Descansamos un poco y nos invitaron a pasar al salón de conferencias, pues había algo importante que escuchar. Unas palabras muy sentidas de amor de madre contándonos un poco sobre su hijo Juan David. Kevin, su hermano mayor también intervino y narró la corta historia de vida que dejó Juan David a los 16 años. Pero con firmeza nos dijo que todavía queda mucho por contar, porque la tristeza de perder un ser querido hace germinar una fuerza para sacar esta Fundación adelante, una fundación que trabaje por el bien de muchos jóvenes de Girardot. De hecho, ya gestionaron con el alcalde de la ciudad para arreglar 100 bicicletas usadas y regalarlas a niños y niñas que habitan en barrios de bajos recursos.
Qué ejemplo de vida y solidaridad y qué buenas enseñanzas nos han dejado estos 200K. Los 90 bikers que participamos de esta travesía pedaleamos con toda la energía para que se fortalezca este proyecto y mantenernos firmes con la Fundación de Juan David Cardona Rozo.
A la gente de Girardot muchas gracias por el cálido recibimiento, queda mucho por hacer, comenzando por visitarlos de nuevo. Esta tierra tiene mucha trocha que recorrer! A Martha, Kevin y la familia de Juan David le deseamos mucha fuerza para seguir adelante en familia, que sus metas se cumplan, a todos los bikers de la travesía les agradecemos su paciencia y actitud en la ruta, a Pedalear y nada más (PYNM) gracias por el apoyo y participación, a toda la familia de Verdextremo nos queda seguir creciendo unidos como grupo, aprender y mejorar las cosas de cada salida.
Gracias amigos ciclomontañistas, gracias Girardot, DE CORAZÓN PARA JUAN DAVID CARDONA CARDOZO, que tu luz siga brillando.
SÓLO LOS QUE SE ATREVEN LO PUEDEN CONTAR
Comentarios (1)
Guillermo castellanos
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